¿Hemos de callarnos cuando se nos
atiende mal?
¿Por qué nunca está el encargado,
el jefe o el dueño?
Cuando le dices a algún empleado
que por favor quieres hablar con el dueño, te mira como si vinieras de otro
planeta y enseguida te dice: “no sé si está”, o, “no ha venido todavía” o alguna
cosa que te suena a excusa barata.
Si los encargados, jefes o dueños
de los negocios donde se da un servicio al cliente estuvieran más por la
escucha, de la misma manera que por las muchísimas tareas que les producen mucho estress
al final del día, se darían cuenta de muchas cosas. Aprenderían muchísimas
cosas. Entre ellas:
- · Qué clase de personas son sus clientes. Y una vez que conocieran a sus clientes estarían en disposición de al menos intentar satisfacer sus necesidades.
- · Qué clase de personas son sus empleados. Y una vez que les conocieran estarían en disposición de saber cuáles son esas herramientas que les faltan para atender debidamente a los clientes.
- · Qué clase de productos están ofreciendo. Y una vez los conocieran estarían en disposición de saber cuáles son sus características principales, cuales están bien, mal, regular. Cuales gustan más o menos.
Si los encargados, jefes o dueños
no dan la cara, no llegan a conocer el alcance de sus aciertos y sus errores.
No tiene más perspectiva de juicio que el dinero de la caja y las causas de su
mayor o menor importe pueden ser errores de juicio muy importantes.
La calidad de servicio, pasa por
cometer errores en la atención al público, sin duda. Hay un margen de error
asumido y perdonado por los clientes. Pero cuidado. Los errores deben
conocerse, gestionarse en su justa medida y sobre todo evitar que se vuelvan a
cometer o el servicio, mejor dicho la calidad de servicio se deteriorará y ese
es el primer indicio de fracaso del negocio.
Señores encargados, jefes, dueños
de establecimientos, tengan en cuenta la opinión de sus clientes. Será el mejor
indicador del éxito de sus negocios.
No dejen sus negocios en manos
despreocupadas, desconocidas o poco fiables. Ayuden a sus empleados a ser más
profesionales sobre todo atendiendo a esos clientes que no son fáciles de
complacer. Son éstos clientes los que necesitan más cuidado, porque los clientes que nos son
afines, no suelen traicionarnos, pero los que no están de acuerdo con nosotros
pueden hacernos un daño irreparable si deciden airear problemas no resueltos y
hacernos una mala publicidad del negocio.
Vigile siempre como gestiona su
establecimiento las quejas de sus clientes. Por el buen nombre y el futuro de su empresa.
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