Otro de los pecados capitales
dentro de la atención al cliente es el llamado robotismo. Por cierto, palabra inventada.
Un robot es un aparato automático
que puede ejecutar diversas operaciones.
Vamos pues por partes.
Un robot es un aparato. No es una
persona. No siente ni padece. No actúa bajo ningún influjo de nada. No modifica
su funcionamiento. Siempre es de la misma manera.
Repito, es un aparato que puede ejecutar
operaciones. O sea hacerlas sin más.
Para no seguir dando rodeos, un
robot en la atención al cliente es alguien que atiende a un cliente de forma
mecánica. Siempre con el mismo gesto (agradable o desagradable), las mismas
palabras (agradables o desagradables), el mismo tono de voz monótono,(
agradable o desagradable) y sobre todo la misma actitud pasota ( agradable o desagradable)
con todo aquel que esté delante, recuerden, ni siente ni padece.
¿Han sido atendidos por alguien
así alguna vez?
¿Qué ha sentido?
¿Han vuelto por allí?
Miren, por todas partes hay
personas que atienden a otras personas de esta forma. Y es la forma más
inhumana de atender. Porque aunque una persona te atienda y cometa errores, sea
descarada, maleducada, no tenga buenos modales, o grite demasiado, puede
entenderse, es humana y puede estar falta de formación, ha recibido una
mala noticia o está de mal humor por algo que le ha ocurrido, etc. vale, no
está bien, pero todo eso es preferible a aquella persona que ni te mira a los
ojos, que no te ve, que te dice una letanía mil veces repetida y tanto si te
gusta como si no, no tiene nada más que añadir.
Eso lo hace un contestador
automático. Una máquina. Un robot.
Para todo lo demás, piense en la importancia
de las personas. No todos hablamos el mismo idioma. No todos entendemos lo
mismo al oír las mismas palabras. No todos tenemos la misma cultura, educación
ni costumbres. Pero si les aseguro que todos sentimos que nos ignoran cuando
nos ignoran. Y la gran mayoría reaccionamos igual: no volviendo a pisar ese
lugar.
Las personas de cara al cliente
NO pueden ser robots ni actuar como tal. Para ofrecer servicios mecánicos y sin
alma están las máquinas. Sean expendedoras de productos, recaudadoras de
dinero, explicativas de direcciones o de cualquiera otra función que se les venga a la
mente.
Si se atiende a una persona, la
atención ha de ser personal (correspondiente a cada persona) y personificada (correspondiente a los
sentimientos). Lo demás será enfadar al cliente y perderlos. Lo que digo siempre.
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