Existen los llamados pecados
capitales en la atención al cliente. Muy bien llamados así por cierto, porque
al cometerlos se producen las peores situaciones que puedan darse en el momento
de atender a una persona.
En sucesivas semanas hablaré de todos ellos
con detenimiento.
Hoy nos ocupamos del primero, la APATÍA
Los significados de esta palabra
son: dejadez, indolencia, falta de vigor o energía, abulia, abandono, desidia,
desgana, insensibilidad, inercia, languidez, etc. Como ven, magníficas palabras
que suenan muy bien cuando nos referimos a la forma de atender a un cliente.
Ustedes dirán que exagero. Que no
se atiende así. Lo siento. No se debe atender así, pero se atiende.
No hay nada peor que ver a una
persona que te atiende con este ánimo, desde el puesto que sea, director del
establecimiento, responsable del departamento que sea, mando intermedio de un
área o personal base de una empresa.
Nada peor, porque la apatía es la
falta de pasión. Y sin pasión por lo que uno hace no se consigue el hacerlo
bien. La pasión mueve tus entrañas. Te ayuda a superar esos momentos "de bajón",
que indudablemente todos tenemos, pero que hay que superar de forma inmediata
si es un cliente el que tenemos delante.
Atender a un cliente de mala
gana, con ganas que desaparezca de nuestra vista, con un sentimiento de
"me da igual todo”, no solo es malo para el que lo hace, sino y sobre todo
para el que lo recibe, porque, si a usted le trae al pairo lo que está haciendo,
por los motivos que sean, se enfadó con el jefe, le duelen las muelas, su
sueldo es pequeñísimo, la empresa no le escucha, aquí no cambia nada, etc. etc.
repito, por los motivos que sea, si usted muestra una total falta de interés por
la persona que tiene delante, no lo dude esa persona se dará cuenta.
Inmediatamente. Y esa persona que está siendo atendida de manera apática, no
volverá a pisar su establecimiento. Irá a comprar a otro sitio la próxima vez y
encima hablará mal de usted y de la empresa donde trabaje nada más y nada menos
que a un mínimo de once personas. Si estas once personas cuentan lo mismo cada
una a otras once, multiplique.
Y todo, ¿por qué?
Porque usted no fue capaz de
superar ese estado de absoluta dejadez, falta de interés y abandono en su
trabajo para desarrollar lo que debe ser
primordial en la atención al cliente, el ímpetu en satisfacer por encima de
todo las necesidades del cliente.
Reflexione. Hay técnicas de ayuda
para superar esos estados. Hay técnicas de formación que le ayudarán a superar
esa pasividad. Hay opciones de mejora que debería contemplar si todavía no se
ha dado cuenta de que realmente ese trabajo de cara al cliente, si su actitud
no cambia, no es para usted. Y tal vez pueda probar otra salida que le haga más
feliz. Al fin y al cabo la vida se basa en eso, tratar de ser feliz. No amargue
pues al prójimo con su apático proceder. Los clientes se merecen su mejor cara.
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