jueves, 19 de noviembre de 2015

VALORES DE CALIDAD.- LA RAPIDEZ

¡Hola!

Cuando no se atiende a un cliente con tranquilidad ¿cómo se le atiende? : con RAPIDEZ.

Para atender un cliente con rapidez hay que saber hacer las cosas muy bien, muy profesionalmente y muy conscientemente:

MUY BIEN: como has hecho eso millones de veces, sabes perfectamente que está bien hecho.
MUY PROFESIONALMENTE: con el suficiente aplomo que da la experiencia y la sabiduría.
MUY CONSCIENTEMENTE: Prestando atención con los cinco sentidos para ser consciente de lo que estás haciendo y no cometer ningún error que pueda hacer daño al cliente o a ti mismo. Dependiendo de la actividad que se desarrolle, este es un punto a tener muy en cuenta.
Si conseguimos que se den estos tres factores juntos en nuestra atención al cliente, guau! somos súperhéroes! Unos cracks! Enhorabuena! Porque ser rápidos y según para qué es una virtud.

Pero esta perfección no existe la mayoría de las veces y la mayoría de las veces atendemos al cliente rápidamente si, ( porque en parte al cliente no le gusta esperar), pero cometemos muchísimos errores.
¿porqué? Pues porque confundimos rapidez, con PRISA y ahí le hemos liado.

¿Qué consecuencias tiene para un negocio, empresa, etc. atender a un cliente con prisa?
¿Le gusta que le atiendan con prisa?
¿Atendemos nosotros con prisa?
¿Qué valoramos más, la rapidez o la efectividad?
Si, lo sé son muchas preguntas, y más que les voy a hacer, pero es que son cruciales si queremos entender hacia adonde nos lleva el hacer las cosas con prisa o como dice la expresión: deprisa y corriendo.

 ¿Qué hay de malo en tomarnos las cosas con un poquito más de calma y de paso ser un poquito más humanos? ¿Nos hemos parado a pensar que siempre que vamos con prisa avasallamos a todo aquel que se nos ponga por delante?

Una vez aprendí que la prisa es SUBJETIVA.

Pondré un ejemplo: imaginen que disponen de tiempo para comprar un simple kilo de tomates y entran en una verdulería. Hay varias personas comprando y el dependiente atiende con parsimonia a la clientela. Hablando de esto y lo otro con los parroquianos. Usted, que no tiene prisa puede que le haga gracia la conversación en incluso que participe en la misma dando su opinión sobre esto y aquello. Sale de la tienda, con sus tomates y una buena sensación. Casi feliz.
Ahora pongamos el ejemplo contrario: usted en la misma tienda, con el mismo dependiente, la misma clientela y la misma necesidad de un kilo de tomates, pero con una prisa inmensa porque… (por… lo que sea..). El tiempo no parece correr, el dependiente se enrolla como las persianas, los clientes no se deciden si quieren comprar esto o aquello y la conversación le está sacando  de quicio porque son temas que no tienen relevancia.
¿Qué es lo que ha cambiado de una situación a otra? La tienda es la misma, el dependiente es el mismo, los tomate son los mismos, los clientes son los mismos y la conversación es la misma. ¿Sabe lo que ha cambiado el escenario? SU PRISA.

¿A qué nos lleva la prisa en la atención al cliente? A equivocarnos. A no escuchar con atención lo que nos dicen, a molestarnos si tardan mucho en decidirse, a volar con el pedido y derramarlo por el camino, a tener accidentes de diferente consideración, a repetir acciones una y otra vez, a ponernos más nerviosos, a estar más histéricos, a tener más estrés… ¿sigo?

Párense a recapacitar y empiecen por hacer pequeñas cosas más despacio. No con menos atención ni con parsimonia inoperante, sino con la consciencia de que hacerlas más despacio primero nos proporcionará seguridad, después calma interior y luego eficacia en el resultado. Pónganse una sola cosa que hacer despacio y háganla así cada día. Cuando la dominen hagan otra y así sucesivamente.
Luego observen los resultados, que increíblemente serán muy BENEFICIOSOS para su salud, para su trabajo y para su negocio.

Gracias por NO leerme deprisa.





2 comentarios: