¡Hola!
Me molestan muchísimo los
anuncios publicitarios cuando se emiten en medio de las películas. El resto del
tiempo generalmente no. Algunos son muy buenos. Y hay uno que me gusta
especialmente. Es sencillo, sin efectos especiales, ni estrellas rutilantes,
etc. En una fábrica de electrodomésticos
cada empleado muestra al espectador con orgullo algún componente fantástico de
la máquina que la empresa fabrica para
finalizar con un “y tiene un poquito de mí”.
Sin entrar en los pormenores de la verdad o no del anuncio, les ruego que se
queden con la frase. Piensen en su verdadero significado.
Cuando uno está trabajando, está
dejando parte de su VIDA en el trabajo. Y no solo eso, sino que está ofreciendo
parte de SI MISMO al mundo. A los demás. Esto es cuanto menos interesante. ¿No les parece?
Todo lo que hacemos en una
empresa mientras trabajamos lo hacemos por algo. Para algo o para alguien.
Desde el que dentro de un despacho diseña un producto, pasando por el que lo
financia, el que lo fabrica, el que lo distribuye y el que finalmente lo vende,
todo gira en atención a ese algo que finalmente se va a vender o distribuir a
alguna persona final. El objetivo final de ese algo, tangible o intangible es
una PERSONA. Vale si, puede ser un animal, pero igualmente el animal tendrá un
dueño o alguna institución que le cuide. Ustedes ya me entienden. El
destinatario final es ALGUIEN que recibe
ese producto. Hay que entender pues que la
razón de ser de nuestro trabajo NO es el jefe que nos paga el sueldo, NO es
el fantástico producto que vamos a vender, NO es la satisfacción de nuestro ego
personal. NO, la razón de ser de todo
nuestro ESFUERZO diario en el trabajo es la PERSONA que finalmente recibe el
resultado de ese trabajo.
¿Cuántas veces olvidamos esto?
En la atención al cliente y sobre
todo todas aquellas personas que están directamente
de cara al cliente saber esto es fundamental.
Todas estas personas deben reflexionar
sobre la importancia de ese “y un poquito de mí”, porque aparte del producto,
tangible o intangible, repito, que están ofreciendo, vendiendo, etc. están ENTREGANDO
un poco de su vida a ese cliente final. Y si el que diseña el producto PIENSA
en el cliente final al que va destinado, el que pone el dinero para su
fabricación también PIENSA en ese
cliente, ya que deberá hacerlo asequible, el que lo distribuye también PIENSA
en ese cliente final, ya que debe tratarlo con cuidado para que le llegue en
las mejores condiciones, imaginen qué tiene que hacer el que finalmente se
encuentra cara a cara con el cliente
y le entrega el producto.
Si éste último eslabón de la
cadena NO PIENSA en el cliente, todos los eslabones de la cadena anteriores a
él han perdido soberanamente el tiempo, el esfuerzo, la energía, las ganas, la
ilusión, el dinero y añadan…
Ese “poquito de mí” que se entrega es tan valioso que refuerza,
revaloriza el producto y le da la importancia necesaria, y el entregar ese “poquito de ti”, te refuerza, te revaloriza y te convierte en una
persona importante y necesaria.
En la atención al cliente ese “poquito de cada uno” es una energía capaz
de convertir una mala cara en una sonrisa, un sentimiento frustrante en un
sentimiento de éxito, en una sensación amarga en una dulce experiencia, un día
nefasto en un día que haya merecido la pena.
No se tomen a la ligera ese
“poquito de mí” cada uno de ustedes, estén o no de cara a un cliente porque
alguien, independientemente de su función, espera al final del trayecto ese
“poquito de usted”. El MEJOR “poquito de usted” que usted pueda dar.
Den con generosidad.
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