¡Hola!
¡Bienvenidos al 2016!
Tenemos 365 días, (bueno ya 358)
para hacer de este año una buena historia. Una historia importante, ya que será
la nuestra y hemos de intentar que sea bonita. Y hemos de escribirla nosotros,
no esperar que nos la escriban.
Una bonita historia es aquella
que se escribe con una pizca de todo, a su debido tiempo, en su justa medida.
Un buen cóctel en el que las mezclas sean proporcionadas para obtener una
bebida equilibrada y de un sabor exquisito.
Esa mezcla fantástica entre calidad
y calidez hace que los días merezcan la pena. La calidad porque nos ayuda a
hacer las cosas mejor y la calidez
porque nos ayuda a ser mejores personas. Hemos de conseguirlo. Hemos de
ser capaces de obtener ese binomio y
movernos con tranquilidad por la vida.
En 2015 traté en mi blog
algunos aspectos de la calidad en la atención al cliente. No sé si se dieron
cuenta que no anoté en ninguna de mis entradas una definición de calidad. Alguno
de mis lectores ya me ha pedido que la escriba. Prometo hacerlo al final de la
entrada de hoy. Pero recalco, es mi respuesta. Solo mía. Solo lo que yo creo,
así que pueden estar en total desacuerdo conmigo.
Pero volviendo al equilibrio, no
hablo de ñoñería, de tibieza, de quedarnos a medias, no. Hablo de que la mezcla
sea ajustada, pero los ingredientes deben ser vitales. Hablo de pasión, de
alegría, de ambición, de deseo, de responsabilidad, de envidia, de curiosidad,
de valentía, de calor, de frío, de sueños, de espíritu de mejora, de vanidad,
de orgullo, de prudencia, de cariño, de amor, de empatía y de mil sentimientos
más.
Hablo de intentar canalizar todo
eso para conseguir ese resultado casi perfecto en nuestra vida laboral y sobre
todo en la personal. La calidad se basa en eso.
La calidad es un círculo y como
tal, una rueda que gira y gira sin saber dónde está el comienzo, donde el final
y cuyos eslabones deben encajar a la perfección para que esa rueda funcione.
Analizar, definir y comentar cada
eslabón va a ser mi tarea este año en este blog esperando que pueda ser de
alguna utilidad para alguien.
El 2016 se abre ante mí con unas
magníficas expectativas. Pronto les contaré sobre ellas. Todo a su tiempo.
Antes de desearles un próspero
Año Nuevo, les dejo mi personal definición sobre la Calidad. Pero verán, el asunto
es que… la calidad no puede definirse,
porque sencillamente es una cuestión de piel y cada uno sentimos las cosas de
distinta manera. Lo que para uno es blanco para otro es negro, lo que uno
piensa que es cómodo para otro es perjudicial para salud, lo que para uno es
ruido para otro es volumen normal, lo que uno cree que está pasado otro piensa
que solo está maduro, lo que para uno es espacioso, para otro es gélido y así
podría seguir hasta el 2017.
La calidad puede normalizarse, es
decir, ser un compendio de normas que establecen un mínimo común denominador,
que regulan una serie de actividades y que por debajo de esos mínimos
establecidos pueda no ser considerada calidad. Esto digamos es la base. Pero
alcanzamos la calidad cuando hemos conseguido que el cliente esté completamente
satisfecho y como cada uno de nosotros somos un mundo, ya les digo, es un tema
de piel, es personal y como cada uno de
nosotros oye, ve, huele, habla y toca distinto, ahí está el sentido de la
rueda. No tiene fin, es un seguir y seguir buscando como satisfacer cálidamente
a esos clientes que exigen calidad total.
Tal vez no me haya explicado con
suficiente claridad, pero no se preocupen tenemos todo un año por delante para
ir desentrañando el misterio.
Gracias por estar ahí y sobre
todo Feliz Año Nuevo.
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