¡ Hola!
¿Cuándo decimos que alguien es un
profesional? Según el diccionario, cuando realiza de forma correcta su
trabajo.
Reformulemos la pregunta: ¿Cuándo
sabemos que estamos ante un profesional? Según mi opinión, cuando SENTIMOS,
que estamos delante de alguien que domina su trabajo, que nos habla con propiedad, con seriedad, con realismo,
con honestidad.
He escrito “sentimos”, si. ¿Por
qué no he usado el verbo “pensamos”?
Porque la profesionalidad convence desde
el interior. Solo cuando nos han convencido en nuestro sentimiento estamos ante
un verdadero profesional.
A todos nos han hablado alguna
vez farsantes, embaucadores, encantadores de serpientes, vendedores de humo y
locos. A todos. Pero todos SENTIMOS algo
especial, cuando estamos frente a un profesional. Sea nuestro mecánico de
coches, el dentista o el que te vende los billetes de tren.
El profesional trata al cliente
DE OTRA MANERA. Ves cómo le importa el cliente. Observas sus modales atentos y
educados. Vigila su lenguaje. Aporta su opinión. Es imparcial. Te da opciones.
Te muestra lo bueno y malo del asunto. Te da libertad de elección. Sientes que
te trata como alguien que puede decidir lo mejor para él mismo y a la vez te
conduce de forma elegante a que le elijas a él, a que escojas su producto. Y si
SIENTES que todo eso es verdad, al final
compras.
Por lo tanto la profesionalidad
es IRRESISTIBLE. Pero en todo. Si vas al teatro ves quien es un actor
profesional y quién no. Si ves la TV, lo mismo. Si te gusta el futbol, qué
decir; si vas a una floristería…, a un mecánico…, a un despacho de abogados…, a
un bar…, un organismo público…, etc. y mil y un etc. Cuando te encuentras con
un profesional lo sabes. Lo sientes dentro.
¿Se VALORA el ser profesional?
Los desencantados de la vida me
dirán que hoy en día no. Que ya nadie valora nada. Pero están equivocados. Es
verdad que muchos empresarios no saben reconocer al buen profesional, pero
también es verdad que las lamentaciones de los profesionales no llevan a ningún
sitio. Si uno es bueno, es bueno aquí y en Pekín. Un profesional tarde o
temprano obtiene el éxito que se merece o que simplemente busca. Es así. Pero
como nada cae del cielo, salvo la lluvia, hay que currárselo y ganarse ese
adjetivo.
¿Cómo?
Formándose al máximo en lo que a
uno le gusta. No engañando ni
engañándose a sí mismo. No echando culpas a nadie. Aprendiendo de otros.
Observando a los mejores. Rodeándose de activos positivos. Admitiendo errores.
Cayendo y levantándose una y otra vez.
Un profesional es aquel que se ha
curtido en mil batallas y sigue mirando al cliente con cariño, le trata con cariño
y le gana desde el cariño. Por eso
el cliente SIENTE que está frente a un profesional.
¿Merece la pena tener ese valor
de calidad? Definitivamente si. Solo piensen en las magníficas consecuencias
que les supondrá tenerlo.