jueves, 30 de noviembre de 2017

¿Cómo vender?

Acabamos el año.

2017 está a punto de finalizar y hay que hacer balance.

Haré un balance rápido pero a la vez real. Y no me parece que haya motivos para el entusiasmo, al menos en lo que a la atención al cliente se refiere.

Una gran mayoría de empresarios siguen preocupados. Internet está machacando sus posibilidades de negocio y a  eso hay que añadir que las grandes superficies acaparan gran parte de la clientela por motivos que no voy a enumerar ya que son de sobras conocidos por todos.

Así pues solo me queda ofrecer un rayo de esperanza y tal vez una buena idea para incrementar las ventas, ampliar el número de clientes y conseguir aumentar los beneficios del negocio.

¿Cuál es esa fórmula mágica? Se preguntarán. La clave es VENDER pero lo importante es CÓMO.

La fórmula es el resultado de mezclar muy bien, dos cosas importantes:

1ª.- Pensar únicamente en el cliente y buscar la idoneidad en recursos materiales, físicos y humanos para darle un servicio completo.
2ª.-  Ofrecerle una atención exquisita.

En la primera, desde, por ejemplo, adecuar el espacio donde se atiende al cliente haciéndolo cómodo y confortable, hasta facilitarle la compra, el pago y el servicio post-venta, hay un mundo de cosas que hacer, de áreas que mejorar, de innovaciones  a poner en práctica, de imaginación, de mejora en las gestiones internas, de agilización de metodologías, etc, etc. Un mundo a revisar en función del cliente, por y para el cliente. Solo se debe pensar en ellos para que todo gire a su alrededor.

Sin embargo, la segunda es la más importante. Cualquier error en la primera quedará subsanado si la segunda es fantástica. Aquí es donde se ha de hacer el verdadero esfuerzo. Aquí es donde se debe formar al personal que atiende a los clientes en técnicas de atención profesional. Aquí es donde la motivación es fundamental. Aquí es donde una empresa se la juega, como decía el anuncio, en las distancias cortas.
Se ha de invertir en el  reciclaje de las personas que atienden y dan el servicio al público. Se ha de conseguir esa atención única que capte al cliente fiel y haga de publicidad gratuita para otros muchos.
 
Si se quiere hacer frente a los gigantes e intentar ganarles la batalla, se ha de pensar  que el cliente es Dios y que únicamente a Dios se le trata de forma excelsa. Pero hay que saber hacerlo.

Les deseo Felices Fiestas y nos vemos ya en el próximo año.





viernes, 3 de noviembre de 2017

¿Escuchamos?

¿Hemos de callarnos cuando se nos atiende mal?

¿Por qué nunca está el encargado, el jefe o el dueño?

Cuando le dices a algún empleado que por favor quieres hablar con el dueño, te mira como si vinieras de otro planeta y enseguida te dice: “no sé si está”, o, “no ha venido todavía” o alguna cosa que te suena a excusa barata.

Si los encargados, jefes o dueños de los negocios donde se da un servicio al cliente estuvieran más por la escucha, de la misma manera que por las muchísimas tareas que les producen mucho estress al final del día, se darían cuenta de muchas cosas. Aprenderían muchísimas cosas. Entre ellas:
  • ·        Qué clase de personas son sus clientes. Y una vez que conocieran a sus clientes estarían en disposición de al menos intentar satisfacer sus necesidades.
  • ·         Qué clase de personas son sus empleados. Y una vez que les conocieran estarían en disposición de saber cuáles son esas herramientas que les faltan para atender debidamente a los clientes.
  • ·         Qué clase de productos están ofreciendo. Y una vez los conocieran estarían en disposición de saber cuáles son sus características principales, cuales están bien, mal, regular. Cuales gustan más o menos.

Si los encargados, jefes o dueños no dan la cara, no llegan a conocer el alcance de sus aciertos y sus errores. No tiene más perspectiva de juicio que el dinero de la caja y las causas de su mayor o menor importe pueden ser errores de juicio muy importantes.

La calidad de servicio, pasa por cometer errores en la atención al público, sin duda. Hay un margen de error asumido y perdonado por los clientes. Pero cuidado. Los errores deben conocerse, gestionarse en su justa medida y sobre todo evitar que se vuelvan a cometer o el servicio, mejor dicho la calidad de servicio se deteriorará y ese es el primer indicio de fracaso del negocio.

Señores encargados, jefes, dueños de establecimientos, tengan en cuenta la opinión de sus clientes. Será el mejor indicador del éxito de sus negocios.

No dejen sus negocios en manos despreocupadas, desconocidas o poco fiables. Ayuden a sus empleados a ser más profesionales sobre todo atendiendo a esos clientes que no son fáciles de complacer. Son éstos clientes los que necesitan más cuidado, porque los clientes que nos son afines, no suelen traicionarnos, pero los que no están de acuerdo con nosotros pueden hacernos un daño irreparable si deciden airear problemas no resueltos y hacernos una mala publicidad del negocio.

Vigile siempre como gestiona su establecimiento las quejas de sus clientes. Por el buen nombre y el futuro de su empresa.





sábado, 23 de septiembre de 2017

¿Ignorancia o falta de formación?

En la atención al cliente no se pueden permitir ninguna de esas dos cosas.

En el día a día me encuentro demasiados casos en los cuales brilla la ignorancia y la falta de formación.

Se abre un negocio, de cualquier clase y no se cuida lo más mínimo el detalle de a qué persona ponemos para que atienda al cliente. Cualquiera vale. Cualquiera es bueno. Pues no señores. De eso nada. No puede ser. Porque si a esta persona por ignorancia de lo que realmente debe hacer en su puesto de trabajo no se la forma en  la atención debida al cliente, la atención al cliente  que esta persona dispensa es y será nefasta.

Les pondré un ejemplo real.

Una zapatería.  Dos dependientas. Una de ellas atendiendo a un cliente, la otra no haciendo nada. Sigue apoyada en el mostrador hasta que la clienta le dice: buenos días, por favor, me gustaría… De mala gana acompaña a la clienta al escaparate para ver que zapatos desea. Entran de nuevo en la tienda. Es la clienta quien le dice el número de pie. Saca unos cuantos modelos. Y sin mediar palabra es la clienta quien empieza a probárselos, haciendo naturalmente comentarios de esto y lo otro mientras la dependienta sigue en su mundo de yupie, pensando en las musarañas  y sin decirle ni una palabra a la señora.
La señora llega al zapato que le gusta y le dice: éste no es mi número. La dependienta: solo tenemos ese. La clienta: ¿y en otra de sus tiendas tendrían mi número? La dependienta: no sé tendría que llamar. Y la tía ni se mueve. Y le insiste la clienta: ¿puede llamar ahora? La dependienta: si. Entonces llama a la otra tienda.

Eso es IGNORANCIA y eso es FALTA de FORMACIÓN y esa atención al cliente es horrible y alguien debería decirle al dueño del establecimiento que está perdiendo una gran cantidad de dinero porque sus dependientas NO SABEN cómo atender a un cliente.  No entraré ahora en desarrollar la idea de que tal vez la cosa sea más grave y aún sabiendo NO QUIERAN atender bien al cliente, porque  si fuera así el dueño tiene otro gravísimo problema.

Esa ignorancia de atención al cliente se basa en cinco pasos que esta señorita desconocía. Pasos básicos por otra parte que podría haber sabido si alguien la hubiera formado:

  1. SALUDA. Pero anticipándose al cliente. Por lo menos con el saludo le das las gracias por haber escogido tu tienda en lugar de las cientos de tiendas que hay en la ciudad.
  2. PREGUNTA.- ¿Qué desea? ¿Qué necesita? ¿En qué puedo atenderla? Y por supuesto si estás en una zapatería, so inepta, pregunta el NÚMERO de pie de las clientas. Es lo mínimo y lo básico. Vamos digo yo.
  3. ATIENDE. Mira las reacciones de las clientas. Escucha sus comentarios. Acompáñales en su elección. Guíales hacia ese producto tal vez un pelín más caro pero que le sienta mejor que ninguno… y podría seguir... 
  4. SIRVE. No dejes que ella te diga lo que tienes que hacer. Adelántate. Ofrécele esa llamada. Llama. Que no te cuesta nada. Que no pagas tu la llamada.
  5. DESPIDE. Di adiós. Di hasta pronto. Di que te alegras de que haya encontrado lo que buscaba. Di hasta la próxima. Di lo que quieras pero di algo. E incluso si el trabajo te lo permite puedes acompañarla hasta la puerta, abrírsela y que salga confortablemente. ( de las tiendas se suele salir con paquetes, con bolsos, con cochecitos de bebé, etc. )
Lo puedo decir más alto, pero no más claro.

Pero nada, predico en el desierto…



martes, 1 de agosto de 2017

Perlas


Respuesta de un camarero tras pedirle amablemente que nos sirviera unas tapitas…
  • ·         Uf! Es que tengo mucha faena, hay un jaleo!! Pero diga, dígame…

No hace falta que les cuente la escena que envuelve esta respuesta. Solo añadiré que de cuatro tapas que le pedimos solo nos pudo tres, olvidó la cuarta.

Respuesta de un camarero tras comentarle con cariño: “Tienes carita de a ver si me voy pronto a casa” (su cara al servirnos era todo un poema de cansancio, hartura y aburrimiento)
  • ·         Más ganas tengo de que llegue el día uno y coger vacaciones, que no vea lo largo que se hace el año.

Clara muestra de lo feliz que le hacía que estuviésemos allí  y aclaración cristalina de lo feliz que le hacía su trabajo, a la vez que transmitía alegría y buen rollo. Gracias por venir.

Respuesta de una dependienta en una tienda de ropa a la pregunta: “ ¿Dónde puedo encontrar el modelo del maniquí del escaparate?
  • ·         ¿Cuál maniquí? Uf! Ahora no me acuerdo que lleva…

Piensen señoras y señores que había en la tienda tres escaparates. Dos de ellos con  maniquís vestidos con una camiseta que ponía “Rebajas” y el tercero vestido con una blusa y un pantalón veraniego. Dificilísimo de recordar.
La señorita, siguió doblando camisetas (que era lo que estaba haciendo cuando le fuimos a preguntar, ya que entramos en la tienda y ni nos vio). Por supuesto ni se acercó a ver qué llevaba el maniquí, ni se preocupó un segundo más por nosotros.

Respuesta de un camarero a la sencilla pregunta:  ¿Qué tapas buenas tienes?
  • ·         Lo que ven aquí.

¡Ole! Eso es vender con alegría y entusiasmo. Con orgullo y profesionalidad. La verdad es que era la respuesta que mejor hacía juego con su cara de apatía y su desgana al andar cuando se dirigió a nosotros para atendernos (¿?).

Y así, me voy encontrando perlas a lo largo del camino. Todas son verídicas. Todas ocurrieron el mismo día. Ejemplos perfectos de una mala, no, de una nefasta atención al cliente. 
Supongo que invertir en la formación del empleado no es un buen negocio. Supongo que sus negocios no tardarán en cerrar. 
Supongo que es predicar en el desierto.


Feliz mes de agosto, si van al mar busquen otra clase de perlas.




lunes, 3 de julio de 2017

Las cartas

¿Por qué no podré grabar?

Si pudiera grabar, sin que se dieran cuenta, todas las escenas de mala atención al cliente en diferentes locales y lugares varios para poder enseñarles a los dueños de dichos locales la cantidad de dinero que están perdiendo por la deficiente atención que de sus empleados reciben sus clientes, les puedo asegurar que tendría trabajo hasta el 2050 por lo menos.

¡Qué lástima! Ni aún recreándolas con actores podría mejorarse alguna de esas esperpénticas escenas… La realidad, una vez más, supera la ficción.

Dudo que los empresarios, dueños de estos locales, sepan lo mal que están atendiendo a sus clientes sus empleados, porque si lo supieran deberían tomar cartas en el asunto. Y ¿Qué cartas son esas?

La carta de la formación para enseñar a la persona que va a tratar con el público las NORMAS básicas de atención al cliente. Esas normas básicas que empiezan por la sonrisa, siguen por el hola buenos días, qué desea, continúan con el por favor y acaban por un gracias.

La carta de formación que hace falta para dar un servicio de calidad, empezando por la higiene personal, siguiendo por los buenos modales en la atención, continuando por un ¿está todo bien? y acabando por un le esperamos otro día.

La carta de formación que enseña a ESCUCHAR al cliente, a intentar SATISFACERLO y procurar su BIENESTAR todo el tiempo que esté en el establecimiento.

La carta de formación en suma que da VALOR, al cliente. Que enseña que el CLIENTE es lo más importante.

La carta de formación que enseña que no valen excusas, que no vale echar culpas a otros de los errores que suceden, que no valen quejas que el cliente no quiere oír,  que se  empieza por un lo siento y se acaba por un detalle de perdón.

Si  después de mostrar todas esas cartas, las personas a su cargo no entienden que sus sueldos los pagan los clientes puede ir pensando en tomar otras cartas, las de despedida y cierre. Sus empleados se irán a quejar a otra parte y usted cerrará el negocio.

No permanezca ciego a lo que está sucediendo en su negocio, coja sus cartas y haga la mejor apuesta. La apuesta ganadora: la de la formación. No tema mejorar las habilidades, técnicas y valores de su gente. Su negocio se verá recompensado.

La formación será su mejor jugada.

Un saludo,



jueves, 1 de junio de 2017

Por esos mundos de Dios

Salíamos de viaje. 
A las dos horas de conducción decidimos parar y estirar las piernas. Un cruce de carreteras y un  “Hostal da igual el nombre”  en el lugar idóneo para tomar un bocadillo y un refresco. Otra experiencia nefasta.

En el local dos clientes en la barra y dos motoristas en una mesita de las muchas que había en el establecimiento, un sitio, por otra parte, limpio y correcto. Detrás de la barra un chico de unos treinta años, alto, con sendos pendientes de aro, uno en cada oreja y una cara de “Que asco de vida, no quiero estar aquí”.  Y así se comportó.

No hubo un “buenos días”, ni un “bienvenidos”, ni un “hola”. No hubo una sonrisa, ni un amago de “encantado de servirles”. Y así fue cometiendo un desatino tras otro en el servicio y la atención al cliente.  
Les cuento:
Nosotros.- ¡Por favor podría ponernos dos cortados, el uno con sacarina y leche sin espuma y el otro normal y un café con leche.
Él.- …………
Nosotros.-¿Podría poner también un bocadillo de tortilla de patata y otro de tortilla francesa?
Él.- Solo hay tortilla de calabacín y de chorizo, no francesa. (Con cara de pocos amigos)
Nosotros.- Bien, pues una de calabacín. Gracias.
El “simpatiquísimo camarero” nos trajo: tres cortados!!!. Y dos bocadillos. Ambos con las tortilllas frías. Naturalmente, se le llamó la atención:
Nosotros.- Disculpe la tortilla está fría.
Él.- ¿Qué está fría? La he calentado en el microondas.( Con cara de mala leche)
Nosotros: Usted la habrá calentado en el microondas, pero está fría.
Se lleva el plato, lo devuelve caliente. Por supuesto sin una ligera disculpa. Y se pone a mirar su móvil.

Ni vio, ni saludó, ni oyó, ni escuchó, ni sonrió, ni sirvió, ni atendió, ni nada de nada. Fue una tortura ser atendidos por ese señor.
El final de la historia pueden imaginarlo, no dijo ni adiós, por supuesto.

Pero sepan que la culpa no es toda suya. Primero, ese muchacho es infeliz y no debería estar ahí. Segundo, si está ahí, los dueños del hostal deberían aleccionarle en las cuatro cosas básicas que hay que saber y si ellos no pueden inculcárselas, deben hacer que alguien forme a esa persona. El negocio se lo agradecerá.

Durante la media hora que estuvimos no entró nadie más. Yo sabía por qué. Ahora ustedes también. Pero ellos le echarán la culpa a la crisis. 
La falta de entusiasmo en un trabajo es una losa para su éxito.


sábado, 6 de mayo de 2017

Sin alma

Hay establecimientos que tienen la inmensa suerte de estar en primera línea de playa. Son lugares que reciben una gran cantidad de clientes en primer lugar por su ubicación, aunque  naturalmente  luego hay que “currarse” la fama.
Esa fama dependerá de factores como la comodidad del mobiliario, la vista desde la terraza, el binomio calidad-precio, su oferta gastronómica, etc. pero sobre todo y no lo duden, el encanto, la simpatía, la amabilidad y la profesionalidad  del personal que atienda a la clientela será el determinante final de su éxito o su fracaso.

Pero, ¡ay!. No hay nada peor que la falta de amor por el trabajo bien hecho. La falta de profesionalidad, la dejadez, la apatía, el abandono del cliente… son cosas que como experta en calidad y atención al cliente no puedo soportar. Y he denunciar. Aunque sea a través de estas humildes letras que pretenden ser un granito de arena en la mejora del panorama de servicios.

Imaginen: un día espléndido, un lugar en la costa, la hora del vermouth y un despliegue de pequeños y atrayentes “chiringuitos” (no hay sentido peyorativo, que conste) donde sentarse a leer el periódico, tomar el sol con una cañita al lado, etc. Relax total para un domingo por la mañana. Eliges uno al azar…. Éste. Perfecto.

Y empieza la cadena de errores:

1.- Nadie sale a saludarte ni a ofrecerte el mejor lugar donde puedas sentarte.
2.- Cuando ya estás sentado sale por fin el camarero y no saluda. NO SALUDA.
3.- Saludas tú: ¡Hola! Y como por su parte no viene la pregunta, ni el ofrecimiento de. “¿Qué desea? ¿Qué va a tomar? Dices: Una caña por favor y… ¿qué hay para picar?
4.- El camarero poniendo una mirada de hastío dice: ¡Le traigo la carta!
5.- Vuelve, con  la carta. Se va. Vuelve. Toma la comanda. Se va.

Y yo no salgo de mi asombro.

Resulta que las tapas eran buenísimas. El sitio muy agradable. El camarero iba bien vestido. Pero al lugar le faltaba… ALMA. Una vez más me sentí invisible. Nadie. Un paquete. Algo así como: “consuma, no moleste demasiado y váyase”.

Repasemos los puntos anteriores:
1.- No SALUDAR. Imperdonable. Y no saludar con una sonrisa, más. Con la sonrisa dicen: gracias por elegir nuestro local entre todos los demás. Pero si no sonríen, no lo dicen.
2.- No PROPONER. Imperdonable. No tentar al cliente. No hacerle la boca agua con alguna maravilla del menú. ¡Le traigo la carta! Y ¡Hala ¡ A tomar viento. ¡Qué dejadez! ¡Qué ruina para el negocio!
3.- No PREGUNTAR. Imperdonable. No comprobar si el cliente está satisfecho. ¿Le gustó? ¿Qué le pareció esta preparación?

Obviaré dos o tres detalles más que me demostraron fehacientemente lo poco que le importaba a ese camarero su trabajo, el lugar, el negocio, el cliente y nada. Su pasotismo, su apatía,  eran increíbles. Y así señores no se hace bien el trabajo. Y así señores, no se atiende a un cliente. Y así señores, tarde o temprano si los errores no se corrigen, el chiringuito cerrará. Y pronto en su lugar veremos una anodina tienda de artículos de playa.

Y todo ¿Por qué?
Porque a ese camarero, o a  su jefe, o a ambos, les faltó formarse adecuadamente en atención al cliente para mejorar su punto débil: el no pensar en el cliente antes que en nada más.

Si no vas a poner amor en las cosas que hagas, no las hagas. Saldrán quizás bien técnicamente, pero no tendrán alma.
Calidad y calidez. Es la clave.








martes, 4 de abril de 2017

Aires de superioridad

En la atención al cliente es un ERROR gigantesco, un pecado capital,  tratar al cliente con aires de superioridad. No hay nada que pueda hacer más daño a alguien que hacerle sentir  como un absoluto ignorante. Y nada más inútil, porque un cliente al que le tratan con aires de superioridad, no comprará nada. No volverá por el establecimiento y nunca hablará bien de él.

No hay que confundir los conocimientos profesionales del vendedor, que explicará de forma clara, sencilla y convincente las ventajas e inconvenientes de un producto al posible comprador, con los conocimientos sobrepasados de un vendedor que se cree por encima del cliente.

El cliente, frente al primer caso, pensará: “¡Qué gran profesional!” en el segundo caso: “¡Qué impertinente!” Puede que no solo lo piense sino que incluso se lo diga a ambos y en ambos casos.
¿Nunca le han demostrado una prepotencia tal que se ha sentido inferior? ¿Ha tenido alguna vez  esa sensación de “soy tonto” , o esa otra de : “perdone por mi absoluta ignorancia en el tema…”
Una persona que está atendiendo a un cliente, JAMÁS debe dar la imagen de que sabe más que el propio cliente.

Un buen profesional, debe primero ESCUCHAR  al cliente. ATENTAMENTE. Debe  escuchar para saber qué desea. Debe escuchar no OIR. Luego debe RE- PREGUNTAR  al cliente sobre lo que ha dicho para ver si se le ha  entendido bien. Luego debe PREGUNTAR de nuevo (siempre que necesite ampliar o mejorar la información)  para ser eficaz. El tiempo es oro y si ha de ir a buscar alguna clase de género a algún lugar, mejor saber exactamente que ha de ir a buscar y así evitar pérdidas de tiempo innecesarias, por ejemplo. Luego debe  ACONSEJAR y dar las mejores opciones de compra según las necesidades del cliente, dejar que el cliente vaya sopesando las alternativas y AYUDARLE en la compra definitiva. El buen profesional NUNCA dejará solo al cliente y le reconducirá por los caminos más convincentes para que en ningún caso se vaya sin comprar.

El sabelotodo, se limitará a mirar al cliente por encima del hombro, en arrogante actitud, de forma que usted se irá sintiendo cada vez más pequeño en su presencia. Le irá explicando (si su paciencia no está aún colmada) las maravillas de tal o cual producto con un deje de “ créame, usted no entiende de esto”, y seguramente ahondará en detalles muy complejos que usted no necesita para la compra pero él quiere demostrarle lo mucho que sabe del tema, le apabullará con una verborrea insufrible y terminará usted mareado y enfadado.

Está claro que nadie sabe todo de todo. No. Nuestros conocimientos son básicos en la mayoría de temas, nivel medio en los que nos gusta y nivel experto en lo que nos apasiona. Pero puede que muchos creamos que lo sabemos todo. Y vamos a los sitios con la suficiencia del que lo sabe todo (en parte también para que no nos tomen el pelo).

El cliente puede aparentar autosuficiencia. El que lo atiende nunca.

La frase del que atiende siempre debe ser: tiene usted razón, pero si me permite yo le aconsejaría, esto o lo otro por esto, por esto y por esto. O sea razonando el consejo. Otra opción: si, es así como usted dice, pero en referencia a … hay unos modelos más potentes, etc. etc. pongan el ejemplo que deseen.

El cliente se irá satisfecho porque en ningún momento se le ha agredido. Le han dejado sus conocimientos intactos y se ha sentido valorado. Ha mejorado su autoestima y sabe que ha realizado una buena elección porque la persona que le atendió no pretendió darle lecciones de nada, sino ayudarle en sus necesidades.

La prepotencia, los aires de superioridad frente a un cliente son odiosos. Demuestran una falta de tacto desagradable, una falta de humanidad enorme y una mala educación superlativa.

La mente del cliente debe ser tenida en cuenta, pero su corazoncito debe cuidarse. Y cuidando nuestra forma de hablarnos cuidamos nuestras relaciones.

Evite decirle  a un cliente, que usted sabe mejor que nadie su oficio, que usted conoce mejor que nadie sus productos o servicios. No se extienda en largas y complicadas explicaciones por que el cliente dejará de prestarle atención a los dos minutos. No le trate de retrasado mental o lo lamentará.

Trátelo con el cariño y el respeto que se merece y consiga que de usted se lleve la impresión de que estuvo con un buen profesional y no con un prepotente que le hizo sentir como una hormiga.

Además piense que nunca sabe con quién está hablando. Y su interlocutor puede sorprenderle. Y puede que el necio sea usted.

Limítese a proponer, ayudar, complementar, solucionar y atender al cliente, no a darle lecciones.

La formación ayuda a adquirir buenas técnicas en al atención al cliente y erradicar malas prácticas.



lunes, 13 de marzo de 2017

De tapeo

Acudimos a "tapear". Actividad que a muchos españoles nos encanta y que para nuestro gozo podemos desarrollar de nuestras ciudades. En la mía en concreto hay un lugar donde las tapas son famosas, han recibido premio tras premio, año tras año y han conseguido hacerse un nombre entre los muchos establecimientos de la ciudad. Por consiguiente, si nos vamos de tapas dicho lugar es visita obligada.

En la confianza de que goza de buen nombre y que es una apuesta segura allí que vamos  y la cosa empieza bien. Entramos, el local no está muy lleno, uno de los propietarios sonriente y muy amablemente nos indica que en la planta de arriba estaremos muy cómodos y que el servicio de tapas es lógicamente igual que en la planta baja. Ciertamente es agradable y nos disponemos a pedir.

Piiiiiiiiiiiiiiii.- Primer error del servicio. Hemos de pedirle a la camarera la carta de tapas (¿?) ¿cómooooor??? Que además no nos ha saludado al llegar.

Una vez que desentrañamos el rompecabezas de las tapas, sus nombres llenos de glamour y sus apetecibles ingredientes, pedimos bebida y comida. Mientras nos sirven diseccionamos el local, decoración, luces, estilo, etc. las opiniones en el grupo son variadas, cosa normal por otra parte.

Piiiiiiiiiiiii!.- Segundo error del servicio.- Un camarero limpia las mesas adyacentes con multiusos y rollo de papel. El olor del  líquido se desparrama por nuestras fosas nasales.

Una vez ingeridas las viandas, con sus más y sus menos, que para todo hay gustos, pedimos la cuenta.

Piiiiiiiiiiiiiii!.- Tercer error de servicio.- La camarera que no nos dijo ni hola, pregunta si nos apetece algo más. Nos miramos. No gracias. Y ella tan conforme, se va a por la cuenta que tarda tres segundos en traer, en vez de aconsejarnos, vendernos o  seducirnos con alguna "delicatesen" de la carta que seguro no vimos y que seguro nos hubiéramos comido. Pero no. Demasiado esfuerzo.

Y señoras y señores un acierto entre tanto error: por una vez, el propietario está abierto a las críticas y nos escucha. Le contamos las perlas y en defensa de sus empleados nos dice que son jóvenes y están aprendiendo.

PiiiiiiiiiiiiiiiiiI.- respuesta equivocada! 

Este local tiene un nombre y unos jóvenes lo están descuidando. Las propuestas comestibles son buenas. El lugar acogedor. Los precios módicos. ¿Por qué han de descuidar el elemento principal? ¿De qué sirve todo lo demás si el trato humano se deja en manos de jóvenes inexpertos?

Ojo, no estoy criticando,  ni a los jóvenes ni a los inexpertos. Critico que no se perdió demasiado tiempo en formar a esos jóvenes inexpertos en técnicas de atención al cliente. Y esa es la clave.


Pero, ¿cuándo se darán cuenta?
No obstante, sigan "tapeando"que es muy sano!




jueves, 9 de febrero de 2017

El círculo de calidad


La calidad, esa palabra con la que muchos se llenan la boca en discursos grandilocuentes de excelencia; ese vocablo que abarca cualquier cosa, pues nadie sabe definirla con exactitud; ese término que usan a lo loco muchos de los que no tienen ni idea de lo que es; esa expresión, calidad, es un mundo maravilloso que si se conoce puede hacernos felices. De mil maneras.

Un sello de calidad, es una marca. Un distintivo que se gana a base de esfuerzo y trabajo. Si pagas por él pierde un poco su valor, pero solo un poco, porque si realmente no has hecho el esfuerzo tarde o temprano los defectos salen a la luz y te estrellas estrepitosamente.

La calidad es un círculo. Una rueda que no se detiene. Todos los eslabones deben estar bien engrasados para funcionar con precisión y eficacia. Si uno se rompe, hay que reponerlo de inmediato para no romper el círculo.

La calidad es la perfección. Y como tal, no existe completamente, con lo cual hemos de trabajarla, pulirla y conseguirla cada día, minuto a minuto, sin bajar la guardia.

La calidad de una persona se define por sus actos. Juzguen ustedes según sus convicciones a los demás a ver a quién o a quienes le otorgan el sello de “personas de calidad”. De igual modo, ustedes juzgan la calidad de un servicio, según sus convicciones, gustos, necesidades, opiniones, sentimientos, etc. Y esta última es la calidad que un buen servicio de atención al cliente debe perseguir y conseguir. Es decir: dar gusto a todos y en todo momento. Tarea titánica donde las haya. Pero en el intento está la pasión, la verdadera motivación de una empresa que se dedique a vender sus productos y/o servicios a la gente.

Y en el centro de esa calidad de servicio se encuentra la atención al cliente. Es un eslabón más dentro de la rueda, uno más, uno de los más importantes, si no el más importante. Y toda la rueda debería estar concebida para que es eslabón reluciera por entre los demás.

Para ayudar a sacarle ese brillo, una parte vital es que las personas responsables de su uso tuvieran todas las herramientas necesarias para hacerlo. Una de estas herramientas es la formación. La formación en atención al cliente. No solo es necesaria para darle brillo y esplendor a ese eslabón, es necesaria sobre todo porque esa formación transmite valores importantísimos. Valores como el respeto, la educación, la asertividad, la empatía y otros muchos más que nos ayudan a todos a ser mejores personas. A ser personas de calidad.

Imaginen pues su importancia. Reflexionen sobre esa necesidad.





lunes, 9 de enero de 2017

Feliz Año de Callidad en la Atención al Cliente

Empezamos bien el año. 

Creía que podría escribir una entrada optimista e ilusionante con nuevos aires de cambio o con nuevas energías renovadas, pero mi gozo en un pozo. 
Los Reyes Magos me encontraron en un restaurante de un gran centro comercial de compras con unos amigos.
Decidimos ir a cenar. Escogimos un restaurante pizzería muy acogedor frente al lago… Al entrar NADIE nos saludó. Primer síntoma de que aquello no pintaba bien. Nada más entrar se veía el horno de pizzas y los pizzeros se afanaban en preparar las comandas, pero NO VEÍAN nada más.

Por fin aparece alguien y nos instala en una mesa para cuatro. Nos ofrece las cartas, sin un "Buenas noches señores, les apetece algo mientras deciden …" o algo así. NADA. Nos deja las cartas encima de la mesa, y oye, pues ya se van apañando ustedes.

Decididos los platos y las bebidas nos sirven después de un rato y oiga, ni " buen provecho, ni que les guste",  ni NADA de NADA.
Uno de nosotros pidió un plato muy apetecible, según la foto, sin  saber que ese plato era picante. Apenas lo tocó y le dice a la camarera que no puede comerlo porque está súper picante. Respuesta de la amable camarera: “Pero es lo que usted ha pedido, “a la putanesca” significa picante”. Que traducido al lenguaje normal y por su expresión vino a decir: ¿Es usted tonto? Después de esa bonita respuesta sugirió el cambio de plato, que el comensal  rechazó.

Llegando al final de la cena nos preguntan si queremos café  y preguntamos si tenían infusiones. Y otra vez nos miran como si viniésemos de otro planeta y nos contesta, esta vez la maître: ¡!señor los cafés son también infusiones!! Otra vez tratando al cliente de idiota. Ya estábamos a punto de decirles algo y como hacía frío fuera, cambiamos de planes y en vez de ir a tomar una copa a otro lugar decidimos quedarnos allí un ratito más y tomar esa copa. Mala decisión. Pedimos un gintónic! Hoy en día hay muchas maneras de servir un gintónic. Desde las más sofisticadas a las más sencillas, pero ¡Ay! la única forma de no servirlo es como lo hicieron allí: en una copa de vino, unos hielos, una solitaria rajita de limón y la tónica. ¡Y encima nos lo trajeron ya servido! Cuando nos quejamos a la maître del despropósito, la señora no se disculpó, sino que enfadada, dijo que no era eso lo que ella había pedido a la barra. (¿?) Al cabo de un rato volvió con un vaso grande, y sirvió delante del cliente la ginebra y la tónica. Aún así, que quieren que les diga, por el “módico” precio de 6, 70€ del ala que nos cobraron por el gintocnic, podían haber comprado unas copas, nada, media docenita no más, y por lo menos servir con algo más de glamour un simple y triste gintónic.

Fui a preguntar dónde estaban los baños. Una mal encarada muchacha que despachaba en la barra del bar farfulla una respuesta, que por supuesto no entendí, y le pregunto de nuevo. Levanta el brazo en plan estatua de Colón y me dice detrás del horno de pizzas a la izquierda. De nuevo, !venga!! no moleste, búsquese la vida! Por cierto, el local estaba caldeado pero en los baños hacía un frío polar ! Había que ir con abrigo! No exagero.

Y para rematar la tortura, cuando nos fuimos NADIE nos dijo adiós, gracias, vuelvan cuando quieran. Cosa que por otra parte y visto lo visto ya esperábamos que sucediera así.

¿He de enumerar los errores cometidos?
Ese personal necesitaba urgentemente un curso de atención al cliente, con las técnicas básicas de una buena atención. No volveré por allí. Y lo sentiré en parte, porque la lasagna que me comí y las pizza que compartimos estaban riquísimas!

Feliz Año Nuevo de Calidad en la Atención al Cliente.