Me encanta este título. Léanlo
despacito por favor: la atención es la caricia más hermosa.
Ya sé que hay
muchos tipos de caricias, unas llenas de protección, como las que dedican los
padres y madres a sus hijos; otras divertidas, como las que dedican esos niños
a sus mascotas; otras cariñosas, como las que se dedican entre hermanos; otras
amorosas como las que se ofrecen el uno al otro una pareja de enamorados.
Podría seguir. Hay millones de caricias. Por supuesto.
Puede que la atención no sea la más
hermosa tal y como reza la fotografía, pero piensen en el significado. En un
mundo donde el tiempo se dedica a los aparatos móviles y electrónicos de todo
tipo, ha corrido como la pólvora por todos los dispositivos, un anuncio de una
conocida marca de muebles, que simplemente pide eso: que nos atendamos los unos
a los otros un poquito más, un poco mejor.
Me gustaría llevar esa caricia de
atención a mi terreno, la atención al cliente.
No hay nada más bonito que tu,
como cliente, ves que la persona a la cual estás pidiendo ayuda, te atiende con
toda intensidad. Que no está haciendo otra cosa que no sea prestarte atención.
Que si le pides un café calentito te lo trae calentito. Que si le preguntas
dónde está la sección de libros infantiles te acompaña hasta ella y te pregunta
en cuál estás interesado y no te envía casi sin mirarte y con un gesto de
apatía al tercer pasillo. Que realmente escucha lo que le estás diciendo, que
pregunta para cerciorarse de que te entendió bien, que te guía en tu camino
hasta encontrar la solución a tu problema o petición. Esa es la caricia que su
atención te proporciona.
Es diciembre. En cuatro días es
Navidad. Correremos por aquí y allá llenando tiendas, bares, restaurantes,
lugares de ocio, etc. y nos gastaremos algún dinerillo. Cada uno lo que
considere o pueda, pero todos, estaremos infinitamente agradecidos a aquella
persona que nos dio su atención.
Que nos acarició con una profesional atención
al cliente.
Felices Fiestas.