lunes, 9 de enero de 2017

Feliz Año de Callidad en la Atención al Cliente

Empezamos bien el año. 

Creía que podría escribir una entrada optimista e ilusionante con nuevos aires de cambio o con nuevas energías renovadas, pero mi gozo en un pozo. 
Los Reyes Magos me encontraron en un restaurante de un gran centro comercial de compras con unos amigos.
Decidimos ir a cenar. Escogimos un restaurante pizzería muy acogedor frente al lago… Al entrar NADIE nos saludó. Primer síntoma de que aquello no pintaba bien. Nada más entrar se veía el horno de pizzas y los pizzeros se afanaban en preparar las comandas, pero NO VEÍAN nada más.

Por fin aparece alguien y nos instala en una mesa para cuatro. Nos ofrece las cartas, sin un "Buenas noches señores, les apetece algo mientras deciden …" o algo así. NADA. Nos deja las cartas encima de la mesa, y oye, pues ya se van apañando ustedes.

Decididos los platos y las bebidas nos sirven después de un rato y oiga, ni " buen provecho, ni que les guste",  ni NADA de NADA.
Uno de nosotros pidió un plato muy apetecible, según la foto, sin  saber que ese plato era picante. Apenas lo tocó y le dice a la camarera que no puede comerlo porque está súper picante. Respuesta de la amable camarera: “Pero es lo que usted ha pedido, “a la putanesca” significa picante”. Que traducido al lenguaje normal y por su expresión vino a decir: ¿Es usted tonto? Después de esa bonita respuesta sugirió el cambio de plato, que el comensal  rechazó.

Llegando al final de la cena nos preguntan si queremos café  y preguntamos si tenían infusiones. Y otra vez nos miran como si viniésemos de otro planeta y nos contesta, esta vez la maître: ¡!señor los cafés son también infusiones!! Otra vez tratando al cliente de idiota. Ya estábamos a punto de decirles algo y como hacía frío fuera, cambiamos de planes y en vez de ir a tomar una copa a otro lugar decidimos quedarnos allí un ratito más y tomar esa copa. Mala decisión. Pedimos un gintónic! Hoy en día hay muchas maneras de servir un gintónic. Desde las más sofisticadas a las más sencillas, pero ¡Ay! la única forma de no servirlo es como lo hicieron allí: en una copa de vino, unos hielos, una solitaria rajita de limón y la tónica. ¡Y encima nos lo trajeron ya servido! Cuando nos quejamos a la maître del despropósito, la señora no se disculpó, sino que enfadada, dijo que no era eso lo que ella había pedido a la barra. (¿?) Al cabo de un rato volvió con un vaso grande, y sirvió delante del cliente la ginebra y la tónica. Aún así, que quieren que les diga, por el “módico” precio de 6, 70€ del ala que nos cobraron por el gintocnic, podían haber comprado unas copas, nada, media docenita no más, y por lo menos servir con algo más de glamour un simple y triste gintónic.

Fui a preguntar dónde estaban los baños. Una mal encarada muchacha que despachaba en la barra del bar farfulla una respuesta, que por supuesto no entendí, y le pregunto de nuevo. Levanta el brazo en plan estatua de Colón y me dice detrás del horno de pizzas a la izquierda. De nuevo, !venga!! no moleste, búsquese la vida! Por cierto, el local estaba caldeado pero en los baños hacía un frío polar ! Había que ir con abrigo! No exagero.

Y para rematar la tortura, cuando nos fuimos NADIE nos dijo adiós, gracias, vuelvan cuando quieran. Cosa que por otra parte y visto lo visto ya esperábamos que sucediera así.

¿He de enumerar los errores cometidos?
Ese personal necesitaba urgentemente un curso de atención al cliente, con las técnicas básicas de una buena atención. No volveré por allí. Y lo sentiré en parte, porque la lasagna que me comí y las pizza que compartimos estaban riquísimas!

Feliz Año Nuevo de Calidad en la Atención al Cliente.