Siguiendo con la serie de pecados capitales, hoy les hablo del desaire, es un pecado capital muy peligroso en la atención al
cliente. Y es muy peligroso porque puede ser muy cruel. Desairar significa, hacer desplantes, menospreciar a alguien, ningunearle con una mirada, un gesto o lo
que es peor con palabras hirientes, llegando incluso a humillarle.
Hay muchas formas de desairar a un cliente. Solo con que se le falte
un ápice en temas de cortesía, de amabilidad, de urbanidad. Pero ya les he dicho que puede llegar hasta la humillación.
¿Les han atendido alguna vez con desaires? Espero que no pensaran que
fue culpa suya. Espero que su autoestima estuviera bien aposentada y pensaran que el desaire se debió a la mala educación
de la persona que les atendió. Porque solo esa persona es culpable del
desplante, el improperio y del no saber cuáles son las mínimas normas de
cortesía.
Los ejemplos hablan por sí solos. Este es un ejemplo real:
“Una tienda de moda, entra una clienta digamos con talla XXL y la
empleada nada más verla le dice: lo siento aquí no tenemos tallas para
usted”. ¿Ven la mala educación? Ni
buenos días le ha dicho a la clienta. ¿Ven la falta de cortesía? Adelante, ¿qué
desea? ¿Ven la falta de amabilidad? Cuanto lo siento, la empresa solo fabrica
prendas de la talla X y es la única talla de la que disponemos en stock. De
todas formas, si lo desea, puedo
proporcionarle la dirección de una tienda en la que venden tallas grandes. ¿Ven la humillación?
La cadena de fallos en esta atención al cliente es singular:
El primer fallo es no saludar.
Alguien entra en tu establecimiento. Sé educado/da. Un buenos días no molesta a nadie.
El segundo es no preguntar.
¿Qué deseaba? (Acompañar la frase con
una sonrisa)
El tercero no escuchar.-
Tal vez la clienta quería comprar ropa para su hija o su nieta y no para ella
misma.
El cuarto prejuzgar.- Los
defectos físicos no deben nunca impedir una buena atención al cliente.
El quinto ofender.- Jamás ridiculices a un cliente por ser "diferente".
El sexto desairar.- No insultes. No humilles.
Cambien este ejemplo por cualquier otra situación en la que hayan sido
con ustedes muy descorteses. Que les hayan dado un desplante. Que les hayan
dicho solamente: mire usted es quien ha metido la pata, no nosotros. O, esto
otro: ¿podría darse prisa? Mire como tengo esto de lleno. O, oiga, ya se lo he
explicado mil veces, no tenemos este servicio. O, póngalo ahí si quiere,!
mientras no moleste! ( un cochecito de bebé por ejemplo).
Recibimos desplantes y desaires por todas partes,
de gente que no sabe hacer su trabajo y cree que somos nosotros los tontos, los incultos, los molestos o los
culpables o los defectuosos.
Formen a su personal en una
buena atención al cliente. Sin vicios, sin ideas preconcebidas. Formen a su personal en cortesía,
amabilidad, urbanidad, empatía, asertividad.
Traten al cliente con educación.
La mayoría de las veces con eso basta.