jueves, 9 de febrero de 2017

El círculo de calidad


La calidad, esa palabra con la que muchos se llenan la boca en discursos grandilocuentes de excelencia; ese vocablo que abarca cualquier cosa, pues nadie sabe definirla con exactitud; ese término que usan a lo loco muchos de los que no tienen ni idea de lo que es; esa expresión, calidad, es un mundo maravilloso que si se conoce puede hacernos felices. De mil maneras.

Un sello de calidad, es una marca. Un distintivo que se gana a base de esfuerzo y trabajo. Si pagas por él pierde un poco su valor, pero solo un poco, porque si realmente no has hecho el esfuerzo tarde o temprano los defectos salen a la luz y te estrellas estrepitosamente.

La calidad es un círculo. Una rueda que no se detiene. Todos los eslabones deben estar bien engrasados para funcionar con precisión y eficacia. Si uno se rompe, hay que reponerlo de inmediato para no romper el círculo.

La calidad es la perfección. Y como tal, no existe completamente, con lo cual hemos de trabajarla, pulirla y conseguirla cada día, minuto a minuto, sin bajar la guardia.

La calidad de una persona se define por sus actos. Juzguen ustedes según sus convicciones a los demás a ver a quién o a quienes le otorgan el sello de “personas de calidad”. De igual modo, ustedes juzgan la calidad de un servicio, según sus convicciones, gustos, necesidades, opiniones, sentimientos, etc. Y esta última es la calidad que un buen servicio de atención al cliente debe perseguir y conseguir. Es decir: dar gusto a todos y en todo momento. Tarea titánica donde las haya. Pero en el intento está la pasión, la verdadera motivación de una empresa que se dedique a vender sus productos y/o servicios a la gente.

Y en el centro de esa calidad de servicio se encuentra la atención al cliente. Es un eslabón más dentro de la rueda, uno más, uno de los más importantes, si no el más importante. Y toda la rueda debería estar concebida para que es eslabón reluciera por entre los demás.

Para ayudar a sacarle ese brillo, una parte vital es que las personas responsables de su uso tuvieran todas las herramientas necesarias para hacerlo. Una de estas herramientas es la formación. La formación en atención al cliente. No solo es necesaria para darle brillo y esplendor a ese eslabón, es necesaria sobre todo porque esa formación transmite valores importantísimos. Valores como el respeto, la educación, la asertividad, la empatía y otros muchos más que nos ayudan a todos a ser mejores personas. A ser personas de calidad.

Imaginen pues su importancia. Reflexionen sobre esa necesidad.